Miguel Charisteas, Mayo 2015
De madrugada se oían los mecanismos de las máquinas triturando papel en los ayuntamientos más importantes de nuestro país. Un famoso jugador asturiano de fútbol lucía la cruz de la victoria ante los aplausos de la multitud. Los programas de deportes superaban en minutos a los telediarios. Los súbditos se hacían llamar ciudadanos conformándose con ello. Un grupo de antiguos pensionistas observaban diariamente la construcción de una nueva sucursal bancaria. La criada sonreía la alegría de la marquesa. Doscientas personas nadaban tranquilamente en el mediterráneo. Dos mil jóvenes hacían sus deberes para apalear sus derechos. Y mientras tanto, entrabas en el redil temeroso del lobo.
¿Qué importancia tiene un himno impuesto para esconder el silencio?